Reclutamos las líbidos más afectadas. De repente estás en una zona donde los agentes del orden son los que extreman todos los abusos. Siempre se puede apagar la máquina, teleportarte. Pero no: crece el disfrute del miedo. Un oficial robot te somete a todos los abusos que puedas imaginarte. En plena calle, a la vista de otros avatares que parecen disfrutar observando la vejación. Incluso la festejan y vitorean al agresor. Te fascina explorar el rol de víctima. Conocer el miedo, experimentar la más absoluta falta de defensas. Una y otra vez.
Cuando un avatar regresa, cuando nuevamente desea exponerse al horror, estamos ante una líbido mutante potencial.